Siempre se insiste en determinar con precisión el objetivo que se desea alcanzar. Pero, en muchas ocasiones, la propia exploración de ese objetivo ya descubre aspectos importantes que nos pueden llevar a modificarlo. Porque, con relativa frecuencia, nos planteamos objetivos que tienen que ver con mandatos o con creencias que aún no han sido revisadas. Y que, cuando se revisan, a menudo nos revelan otro horizonte a alcanzar.
Esto aplica también para las marcas. Los objetivos para nuestras marcas, generalmente resultadistas en el corto plazo, suelen modificarse al someterlos a un exhaustivo análisis. Muchas veces esos objetivos cortoplacistas, lejos de darnos alas y garantizar nuestra supervivencia en el mercado, sirven para mantener patrones que poco ayudan a alcanzar el lugar deseado.
Mejor, señala un norte hacia el que dirigir tu marca. Cuando lo tengas, los objetivos y también los resultados llegarán. Y, sobre todo, el camino hasta ellos será mucho más consistente y valioso. ¿Señalamos un norte?